domingo, 12 de mayo de 2013

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En estos treinta años que llevo deambulando por el mundo he conocido muchas cosas, lugares y rostros. He visto lagrimas, algunas provocadas por mi y otras que han brotado de mis ojos siendo la materialización de una tristeza infinita. He provocado risas, lamentos, risas y groserías, he sentido la ternura expresada en una caricia o en un plato de sopa humeante.

Mi vida se ha cruzado con personas de diferente tipo; algunas excepcionales,  de quienes he intentado exprimir hasta el último segundo del tiempo compartido, otras simples quienes creen que la vida es un trabajo, una posición o un carro, y otras insoportables, verdaderas hijas de puta cuyo lema es destruir  y lastimar por el simple placer de hacerlo. De todas he intentado aprender, reconociendo en el camino que la bondad extrema es igual de nociva que la más abyecta maldad.

Tengo amigos impresionantes: Personas con las que he crecido toda una vida y de las que tengo la fortuna de seguir haciéndolo día tras día.  He conocido de manera virtual personas de mil países a los que probablemente no conoceré en vivo jamás, cada uno con una chispa maravillosa, un consejo adecuado, una frase de ánimo en el momento preciso, demostrándome que la palabra tiene la misma fuerza que la presencia física.

He conocido mujeres hermosas. De ojos expresivos y labios ansiosos; de dulzura infinita y rabia ancestral. Algunas me han querido con la misma intensidad que yo a ellas, otras me han ignorado y mis besos han caído en el olvido, otras más me han odiado porque han confundido el amor con obsesión y el cariño con la locura; pero las mejores sin embargo se han convertido en las mejores amigas, en personas imprescindibles para mi,  polos a tierra cuya voz siempre me lleva a casa a pesar de no tener ninguna.

Y he amado. Una sola vez. Porque no se ha vivido sino se ha amado a alguien con todo el corazón. Entregue mi ser y no me arrepiento de ello porque en esos momentos fui feliz como quien despierta de una pesadilla con un beso y el recuerdo de su rostro, su voz y el sabor perdido de sus besos se ha convertido en la fuerza necesaria para continuar el camino.

En estas tres décadas he comprendido que la mejor familia no es la que se ve tan feliz como aquellas comedias gringas de mediados de los cincuentas, sino aquella que se quiere con ferocidad, con furia y palabras hirientes, porque solamente lastimamos a quienes amamos y quienes nos aman son capaces de matarnos en vida. Tengo una familia maravillosa que es perfecta gracias a sus múltiples imperfecciones que la componen y de la que soy parte.

Al final de todo he comprendido que soy igual que un toro: Siempre dispuesto a batallar, a embestir hasta la muerte, así tenga el corazón sangrante o el cuerpo muerto, siempre solo hasta el final. Para mí, la era del miedo ya termino, solo tengo determinación, de fuego y piedra y ya no le temo a la muerte pues comprendí que ella es simplemente una vieja amiga que habrá de llevarme hacia a donde tantas personas que ya se han adelantado a mi partida.

Soy testarudo como el toro y solo tengo un arma, mi pluma, con la que pretendo crear mil y un universos donde pueda morar. No tengo planeado rendirme ni en mi propósito de vida, ni en aquellos a quienes amo, porque solo los cobardes abandonan y vale la pena luchar por quien en verdad se ama, así existan mil obstáculos y todo parezca perdido, porque soy un romántico irredento y siempre creo que al final el amor habrá de vencer.


A los de ayer, los de hoy y los de siempre
A mis amigos de acá, los de allá y los de allende el mar
A mi familia, la más caótica y la mejor del universo
A todos mil gracias por estar siempre para mí.
                                                                           Los quiero.   

domingo, 5 de mayo de 2013

Amor / Ausencia



I.

¿Qué eres tú?
Una cama vacía
Un cuerpo que se enfría
El brillo de unos ojos que se extinguen
Unas manos que se sueltan
Un cigarrillo que se acaba.

¿Quién soy yo?
El pensamiento que va antes de la palabra,
La obstinación suprema
El silencio que te embarga
La nieve que cae silenciosa sobre el campo desierto
Determinación sin ruido
El caos silencioso, la muerte sin sonido.

¿Qué somos ambos?
El fuego que invade las tierras baldías
La locuacidad que invade el silencio,
La locura que llena los espacios tranquilos y sombríos
Tierra intentando ser devorada por el fuego eterno.
Fuegos artificiales,
Destinados a brillar en la noche más oscura
Pero condenados a ser efímeros y a morir en medio de las lágrimas y las sombras nocturnas.

¿Qué es tu ausencia?
El puñal que atraviesa la piel y el alma
El dolor que no se va
El recuerdo que permanece en el olvido,
La ansiedad de la piel y los labios
El beso que permanece aún,
A pesar de los años y las vidas vividas y olvidadas.
El invierno del alma.


II.

No se ama por ser correspondido
No se ama por un ‘te quiero’ de vuelta
Ni por el reencuentro esperado
O el olvido anhelado.

Se ama porque se ama,
Se ama porque el alma así lo requiere
Porque se anhela la piel deseada
Y los labios que extrañan los besos.
Se ama porque cada célula del cuerpo así lo exige
Por un olor, por una palabra añorada,
Por un ´te quiero’ que ya no existe
Por unas piernas enredándose en el cuerpo
Como una medusa con mil serpientes enloquecidas.
Porque espero que las palabras lleguen a su destino
Y que el mensaje enviado tenga el receptor esperado.

El amor es caprichoso
No entiende de razones, de  lógicas.
Simplemente fluye,
Como la corriente de mil océanos
O  la sangre desbocada de un moribundo,
Apuñalado después de mil batallas.
Porque el amor es irracional,
Es el asesinato del cerebro por el corazón,
El sueño que precede al despertar,
La magia de un mundo gris y desesperado
Que no se resigna a extinguirse,
Sino que, al contrario, grita
Y lucha con la desesperanza de quien no tiene nada que perder,
De quien está empeñado en no rendirse
Hasta que el mar inunde los desiertos,
 O los copos límpidos del antártico
Caigan impolutos sobre el trópico.

Porque no importa si se trata de siete meses o siete vidas,
Acontecen una detrás de otra,
Fútiles e ingrávidas
Con la fuerza de mil terremotos
O la sutileza de una pompa de jabón.
Sigo esperando la sonrisa anhelada,
La voz ingrávida,
El gemido  de un orgasmo olvidado,
La delicadeza de un sueño intranquilo,
El sonido lleno de energía y  a la vez de cargado de un miedo ancestral
Sigo esperando la respuesta a la pregunta primordial,
Esa que va más allá de las vidas y las muertes,
 Que prevalece sobre las palabras y lo superficial,
En donde no existe más que tu alma y la mía,
Y el mundo se convierte en poco más que un lienzo vacío
Y una canción sin melodía,
¿La tienes tú?
¿O acaso seguiré vagando,  gravitando en tu sonrisa,
En las curvas de tu cuerpo y la inflexión de tu voz, hasta el fin de mis días?